Worldbuilding :: Diseñando las Fuerzas del Orden

—¡Alto! ¡A mí la Guardia! —dijo el vendedor, al apercibirse de cómo un ratero mermaba sus existencias.

—De acuerdo, ¡prendedlo! —respondió el sargento, señalando al vendedor.

Un soldado de rasete se encogió de hombros y activó una varita de incineración, reduciendo al pobre vendedor a un montón de ascuas humeantes. El ratero aprovechó para llevarse la caja de caudales. Al fin y al cabo, iba a necesitar un nuevo dueño.

 

Ay, la Guardia… Buena gente. De vez en cuando te topas con algún que otro cabezatroll, pero eso no quita que haya divisiones y oficiales de lo más preparados y aptos. Al fin y al cabo hay un hueco para todo tipo de profesionales, ya que la Guardia se divide en multitud de unidades, brigadas y secciones.

Voy a aprovechar un alto el fuego en la escritura de mi próximo libro y hablaré de una de las muchísimas materias que me veo obligado a estudiar y definir para la construcción del nuevo entorno de Enor. En este caso se trata de las fuerzas del orden que existen en el país protagonista, Hyariban, y entre ellas está nuestra querida Guardia.

Quien se adentrara en el maravilloso mundo de Enor de la mano de Aevirae, descubriría en la Guardia a los mayores patanes que pudieran contratarse por una soldada y la promesa de dar rienda suelta a la mezquindad de sus corazones con total impunidad. Y el capitán de la Guardia Rostar era el más patán, el más mezquino, y un cuñado de manual. Además, contaba con el amor incondicional de su teniente, que no era capaz de ver la realidad de su mediocridad y siempre encontraba una razón para justificar sus estúpidas decisiones.

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Sin embargo, Rostar es un personaje del primer siglo de la era tecnomágica de Enor. La Guardia de la ciudad de Slyndbar se encargaba de todas las tareas a través de sus divisiones. En aquel entonces los soldados y oficiales iban todos con un uniforme muy similar, que contaba con protecciones algo más ligeras que las antiguas armaduras de la Era del Equilibrio pero poca magia. Aquí te muestro las divisiones y un ejemplo de un juguete de los Capturadores: Sigue leyendo

Alerta Alquimistas: el Capitalismo va a Llegar

No te vas a creer lo que me sucedió esta mañana.
Como la mayoría de los alquimistas, cocino por la tarde y abro mi tienda para la venta al público desde primera hora del día. Cualquiera pensaría que los alquimistas somos testigos de los fenómenos más extraños cuando realizamos nuestras pociones o investigamos nuestros temas preferidos. Pues no, es tratando con clientes cuando nos suceden las situaciones más inverosímiles que te puedes echar a la cara. Concretamente, esta mañana me ha llegado un señor bien vestido, muy serio. Como si trabajara para algún ministerio. Ha paseado la mirada por las estanterías con aire de suficiencia y, tras echar un vistazo al género, ha comenzado a agasajarme.
—¿Es usted Rotis Walbaum? Es un placer, he oído hablar mucho de usted, ¡es un gran alquimista, un genio!
En este punto ya estaba desconcertado. Miré tras de mí, por si hablaba con otra persona. Si alguien había mencionado mi nombre alguna vez, probablemente no sería para elogiar la estabilidad de mis pócimas inflamables. No es que sea un alquimista regulero, pero tampoco soy «un gran alquimista, un genio».
—Eh…, bueno. Se hace lo que se puede. Ya sabes. Se me dan bien las cocciones. ¿Qué puedo hacer por ti?
—La pregunta no es «qué puede hacer usted por mí», señor Walbaum, sino qué puedo hacer yo por usted.
—¿Ah, sí? ¿Y qué puedes hacer tú por mí?
—Le voy a proponer una oferta que no podrá rechazar.
No sé de dónde sacaba aquellas frases. No las había escuchado nunca pero me llamaban poderosamente la atención. Asentí como un bobo. Quería más.

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3 Ramas de la Alquimia que Estudian la Urdimbre

Ya es definitivo. Me han requisado todos los filtros de amor y se ha prohibido su venta en todo el país de Diliban. ¡Maldito Ministerio de Ética! Si seguimos con estas trabas no vamos a avanzar más en I+D+A (Investigación, Desarrollo y Alquimia). Hasta esos palurdos de Eládranor acabarán teniendo mejor tecnología que nosotros. ¿O acaso creen que hemos llegado tan lejos tan sólo recogiendo flores y contando estrellas? Como decía mi padre, «no se puede preparar una tortilla de Fuerza +2 sin destruir un nido entero de víboras aladas». Entiendo que existan unos límites, hay gente muy depravada en el campo de la alquimia, pero con gusto sacrificaría un par de personas si con eso puedo salvar a otras doscientas. Yo trabajo por un bien ulterior. Además, los filtros de amor ayudan a equilibrar la tasa de natalidad tras ciclos de bajona poblacional.

 

Pero no puedo hablar de mis filtros. Está prohibido. Y como ya te he hablado acerca de la aurcania, la rama de la alquimia que estudia los arcanos y las yárades —unas piedras mágicas de gran poder como las que usaba el mítico Gildegar, uno de los héroes del Kelvalad—, te enumeraré algunas de las restantes siete ramas principales.

 

Desde que se descojonara la red de energía de Efferd en Enor, hace un par de siglos, una de las artes que más ha evolucionado y que ha cobrado mayor relevancia es el estudio y manipulación de la Urdimbre. Como se trata de la fuente de la magia, seguramente te preguntarás por qué no se dedican los magos a estos menesteres. Hasta el suceso que trastocó la Urdimbre, la magia era asunto de magos, hechiceros, brujos y criaturas con afinidad especial con la energía de los dioses y más concretamente de Efferd, deidad de la magia. Luego se entremezclaron planos de existencia, porciones de mundos remotos en lo que llamaríamos un «programa de intercambio aleatorio», se contaminó la Urdimbre y el tejido se hizo más… maleable. Lo que propició que la civilización prosperara, aparte de los descubrimientos que nos dejaron dichos mundos, fue que nunca antes la magia había sido tan accesible para los no iniciados. Por supuesto, no cualquier campesino puede llegar y soltar unas chispas. Afortunadamente, porque más de uno quemaría los campos por accidente. Sería un caos. No, los magos y practicantes de la magia son los principales usuarios y modeladores de la Urdimbre, pero gran parte de los avances en tecnomagia y medicina provienen de la alquimia. Concretamente de la taumaturgia, la rama que estudia la Urdimbre, el hainu y el od.

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Cómo consumar un ritual de apareamiento

Ponte en situación: sales de casa, como cada día, con tu ración de carne seca en el morral, un pellejo de vino y tus armas a punto tras su mantenimiento diario. Te colocas tu maza sobre el hombro, a la que has bautizado con el nombre de «Tabla de multiplicar y dividir». Un arma roma con la que multiplicas tus enemigos antes de dividirlos en partes. Algunos quedan fraccionados. En la puerta te esperan tus amigos, incluido ese tan raro que tiene aspecto de elfa vestida con dos trapitos insinuantes, con unos desproporcionados pechos que nunca terminarán de encajar en un cuerpo tan grácil, pero que cuando habla tiene voz de varón y le encanta hacer como que zorrea. Resoplas y te ríes para tus adentros. Al fin y al cabo cada uno escoge a sus personajes como quiere. Te aseguras de que Jilplis, la sacerdotisa de Iledárian, está entre el grupo y respiras aliviado. En otros tiempos salías a mazmorrear con el pecho palomo al descubierto, pero a día de hoy no sales de casa sin sanadores.
Todo está preparado para dar un paseo por las Cavernas del Olvido.

elfas macizas

Una vez allí, la habitual escena de destrucción y horror que regaláis a la castigada tribu de orcos se ve frustrada por la llegada de un troll como nunca antes habías visto. Los orcos se descojonan esta vez, entre gruñidos, mientras jalean al coloso. Por lo que has entendido de su primitivo lenguaje, llaman al bicho «Trollebús». Por lo que deduces de la velocidad con la que ha llegado corriendo hasta ti, y las rocas pulverizadas a tu alrededor al esquivar de milagro su embestida, entiendes por qué lo llaman así. Tus compañeros acuden a ayudarte, cada uno en el lugar correspondiente. Uno lo despista, otro prepara su conjuro y, mientras una oleada de cálida regeneración cierra tus heridas gracias al poder de la sacerdotisa, la elfa se pone delante de la bestia para dispararle su arco a quemarropa. Por supuesto, tu amigo tendrá que hacerse otro personaje porque ese está hecho pulpa élfica sobre las rocas, pero temes por otro mucho más valioso en semejante lid. La sacerdotisa ha caído también, parece inconsciente y llegar hasta ella es imposible sin pasar por encima del cadáver del troll. Es más, aunque ya estuviera muerto, pasar por encima tampoco parece sencillo.

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