CdE :: La Magia de las Piedras Yárades

Crónicas de Enor

La Magia de las Piedras Yárades [Nesmid, el guía turístico]

Me has preguntado por la magia. Curioso… No comprendo cómo es posible que, teniendo una tecnología tan compleja y avanzada, te intereses por nuestra magia. Es verdad que nosotros tenemos la teleportación, pero ¿de qué sirve si no podemos usarla en nuestro día a día? Cada vez que magos y alquimistas descubren algo acaban poniendo mogollón de pegas. Pero lo primero es lo primero…: ¿tienes canalizadores o ambivalentes para pagarme? Sería una buena forma de empezar.
Verás, la magia está en todas partes. No sólo porque la Urdimbre nos conecte y nos rodee, sino porque influye en la economía y en nuestras costumbres. He oído decir que en tu mundo usáis metales como dinero, al igual que nosotros. Son las monedas más corrientes y las llamamos acuñables.
Entiendo también que uséis el papel, ya que en algunos sitios se aceptan pergaminos preconfigurados como moneda de cambio. Como se están dando casos de falsificaciones y timos, la República se plantea prohibirlos… Pero lo que se me escapa es eso de que la mayor parte del dinero en vuestros reinos sea «virtual». No sé qué brujería es esa.
En fin, que como decía antes, lo ideal para hablarte de la magia son los canalizadores. Es un sistema secundario de pago, pero ha ido cobrando importancia ya que resulta muy práctico. Son materiales que sirven como medio para canalizar, potenciar o bloquear magia, principalmente. Mira, aquí tengo algunos discos de cuarzo blanco, los más corrientes. No es una fortuna, claro, pero pueden proporcionarte cargas para la mayoría de artefactos. Los discos de obsidiana y cristal de roca son los más valorados porque tienen una sintonía mayor con la Urdimbre.
Sin embargo, y aunque también puedes pagar un montón de cosas con ambivalentes como diamantes, corindones y esmeraldas, lo más valioso que existe en Enor son los discos de oridiana. No existen muchos, su valor actual es de cien monedas de oro cada uno y son fruto de un sistema muy avanzado de metalurgia mágica. Se trata ni más ni menos que de la fusión del oro y la obsidiana. Es por eso que se trata del mejor potenciador mágico que existe. La Guardia Oridiana se llama así porque son los únicos que utilizan ese material.

Vale, vale, ya me ha quedado claro. No tienes ni una triste gema. Pues entonces, de yárades ni hablamos. ¿Qué pasa? ¿No hay yárades en tu mundo? Bueno, pero habrás oído hablar de ellas. En la leyenda de Los héroes del Kelvalad aparecen las más poderosas que se han descubierto hasta la fecha.

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CdE :: Visitas Turísticas en la República de Hyariban

Crónicas de Enor

Bienvenidos a Slyndbar [Nesmid, el guía turístico]

Mmm… Así que eres un extraenori, uno de los inalcanzables. Que eres forastero salta a la vista, pero no esperaba encontrarme con uno que viniera de tan lejos. Deja que me presente. Habré nacido en un mal barrio, pero aún nos enseñan modales. Mi nombre es Nesmid y, si crees que soy un niño, probablemente sea porque soy un miongháire, o mediano, como nos llaman los humanos. Y aunque sólo tengo quince años soy más alto de lo normal. Soy el lanzador de mi equipo de jumbelgunguel del barrio.

¡Ja, ja, ja! No pongas esa cara. Ya imagino que no tienes ni puta idea de lo que te estoy hablando. Como te he dicho, entiendo algo de modales. Si me lo permites te serviré de guía y te enseñaré la ciudad. ¿Tienes dinoros? ¿No? ¿Ni siquiera ónices? Bueno, supongo que podrás pagarme de alguna otra forma.

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Como se suele decir, «empecemos por los peludos pies». Bienvenido a Slyndbar, capital de la República de Hyariban, el país más meridional del Continente Blanco, Eylíndenor. Se podría decir que estás en la cuna de la tecnomagia, y en cierto modo os lo debemos a vosotros y al Descojone. Bueno, la mayoría de la gente lo llama así. Me refiero al Caos de Gwalathar, un cataclismo causado por los brujos hace casi doscientos años. No sé muy bien qué hicieron, pero abrieron muchas puertas que tendrían que haberse quedado cerradas y sucedió de todo. Fragmentos de nuestro mundo se intercambiaron por otros de otros mundos, como el vuestro, a lo largo de Enor. También se descojonó un poco la Urdimbre, haciendo más accesible la fuente de magia. Así que es lógico que, si a eso le añadimos lo mucho que aprendimos de vuestra tecnología, nos encontremos ahora  en la Era de la Tecnomagia. ¡Oh! ¡Atrás! Ha estado cerca… No te asustes si ves a estas personas aparecer de la nada, es otra consecuencia del Descojone. Mucha gente que vivió de lleno el desastre viaja por el tiempo y se intercambia por personas de otras épocas. Los llamamos ecos. Es una puta locura, pero te acostumbrarás.

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Worldbuilding :: Diseñando las Fuerzas del Orden

—¡Alto! ¡A mí la Guardia! —dijo el vendedor, al apercibirse de cómo un ratero mermaba sus existencias.

—De acuerdo, ¡prendedlo! —respondió el sargento, señalando al vendedor.

Un soldado de rasete se encogió de hombros y activó una varita de incineración, reduciendo al pobre vendedor a un montón de ascuas humeantes. El ratero aprovechó para llevarse la caja de caudales. Al fin y al cabo, iba a necesitar un nuevo dueño.

 

Ay, la Guardia… Buena gente. De vez en cuando te topas con algún que otro cabezatroll, pero eso no quita que haya divisiones y oficiales de lo más preparados y aptos. Al fin y al cabo hay un hueco para todo tipo de profesionales, ya que la Guardia se divide en multitud de unidades, brigadas y secciones.

Voy a aprovechar un alto el fuego en la escritura de mi próximo libro y hablaré de una de las muchísimas materias que me veo obligado a estudiar y definir para la construcción del nuevo entorno de Enor. En este caso se trata de las fuerzas del orden que existen en el país protagonista, Hyariban, y entre ellas está nuestra querida Guardia.

Quien se adentrara en el maravilloso mundo de Enor de la mano de Aevirae, descubriría en la Guardia a los mayores patanes que pudieran contratarse por una soldada y la promesa de dar rienda suelta a la mezquindad de sus corazones con total impunidad. Y el capitán de la Guardia Rostar era el más patán, el más mezquino, y un cuñado de manual. Además, contaba con el amor incondicional de su teniente, que no era capaz de ver la realidad de su mediocridad y siempre encontraba una razón para justificar sus estúpidas decisiones.

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Sin embargo, Rostar es un personaje del primer siglo de la era tecnomágica de Enor. La Guardia de la ciudad de Slyndbar se encargaba de todas las tareas a través de sus divisiones. En aquel entonces los soldados y oficiales iban todos con un uniforme muy similar, que contaba con protecciones algo más ligeras que las antiguas armaduras de la Era del Equilibrio pero poca magia. Aquí te muestro las divisiones y un ejemplo de un juguete de los Capturadores: Sigue leyendo

Haiku Orco de San Valentín

En la batalla
sangre y lodo se mezclan,
llueven los cuerpos.

Grökaru Shinku, el orco más zen de la aldea.

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Ya sabes, los orcos aman a su manera. Y por encima de todo, adoran la batalla. Amor y odio a garrotazos. Si vives en un poblado orco, que tengas un infeliz día del odio. Y que te den pus.

Filtros de amor y el Ministerio de Ética

Si me hubieran preguntado hace cuatrocientos años, ni en mis más alocados trances habría imaginado que hoy vería elfos caminar de la mano de los humanos, compartir licores con enanos y hasta hacer tratos con orcos. Por supuesto que tenemos nuestras diferencias, pero nos sucede hasta en el seno de nuestras amadas familias. Nuestras diferencias no han cambiado en estos siglos, puedo jurarlo. Lo que ha evolucionado lentamente es el grado de aceptación y empatía, que nos ha acercado y nos ha hecho tratarnos como una enorme familia; una en la que unos tienen las orejas puntiagudas, otros lucen barbas donde se podría esconder una cítara, y muchos de ellos crecen muy rápido, ansiosos por dejar huella en este mundo joven. Algunos hermanos son conflictivos, sean de la raza que sean. Otros, también al margen de su estirpe, se ganan un lugar en nuestros corazones. Por eso, entre nosotros nos llamamos simplemente «personas».

 
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Los resentimientos, las envidias y las suspicacias pueden perpetuarse durante años, es difícil cambiar ciertas creencias culturales y borrar la oscuridad del pasado para dar paso a esta nueva era, que ya no es la del Equilibrio sino la de la Tecnomagia. Casi doscientos años después del Caos de Gwalathar, seguimos mirándonos con desconfianza pero sin miedo. Estoy convencida de que gran parte del avance fue culpa de aquel desastre. No hay nada para aprender a estar unidos que enfrentarse a un enemigo común. Lo mejor de todo es que una vez acabamos con aquella crisis y fuimos exiliando a nuestros enemigos a Eládranor, el Continente Oscuro, no teníamos por qué seguir unidos, pero lo hicimos. Fueron años de bonanza y parabienes, no teníamos la necesidad de juntar recursos ni ejércitos. Curiosamente, gracias a los numerosos ejemplos de camaradería nos dimos cuenta de que no éramos tan distintos. Desde que tengo conocimiento nuestras razas han tenido tiranteces, incluso han llegado a guerrear, casi siempre por las mismas causas. Los enanos se movían por el oro y otros recursos, los elfos por territorio. Los humanos, según tuvieran el día. No puedo evitar sentir que son los más inestables debido a su naturaleza. A día de hoy apenas hay conflictos entre países, al menos ninguno racial. Lo habitual suelen ser luchas internas por el poder, algunos grupos y sectas que promueven el odio, gente que ha tenido problemas personales con alguna persona de otra raza y ha hecho de la excepción una regla.

 

Aquí, en Slyndbar, poseemos una diversidad cultural difícil de igualar. No podía ser menos tratándose de la capital de un enorme país que nació de la fusión de otros dos, sin olvidar que tenemos cerca algunas de las principales islas del continente Eylíndenor. No es de extrañar que nuestro Senado esté compuesto por representantes de todas las razas, creencias, órdenes religiosas y estratos sociales. Mi trabajo como senadora no es nada sencillo, puesto que tanta pluralidad nos obliga a discutir más y poner más empeño en lograr las mejores soluciones para el bien común. Y si este trabajo resulta arduo, el que verdaderamente supone un desafío diario es el que desempeño en el Ministerio de Ética.

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