6 Trucos Para Elegir El Nombre De Tus Personajes


—Me llamo Agapito García. Tú mataste a mi padre. Prepárate a… ¡Eh, no te rías! Mira, ¿sabes qué? Que me alegro. Hay que ser muy cabrón para llamarle Agapito a tu hijo.

¿Os imagináis esta escena si Íñigo no hubiera tenido un nombre tan sonoro? Probablemente no habría sido tan recordada, imitada y parodiada. Como veis, un buen nombre es de por sí una herramienta de marketing excelente. Nombres con los que se te llena la boca como Aragorn, Hermione Granger o Harry Potter (y hablando de llenar la boca, no lo pronuncies mientras comes); melodiosos como Marty McFly, Katniss Everdeen, Lisbeth Salander o Tyrion Lannister; con personalidad como Jack Sparrow, Sarah Connor o Imperator Furiosa. Joder, Imperator Furiosa es uno de los nombres más brutales que he oído en mi vida. Puedes soltar una ristra con prestancia como Daenerys Targaryen de la Tormenta… o Máximo Décimo Meridio; o puede ser rápido y directo, como Neo o Eowyn; puede provocar temor como Voldemort o Darth Vader; o incluso sonar un poco a chiste, como Trinity, la Trini, Trinity-taun-taun-taun…; y no nos olvidemos de los lugares: apuesto a que prefieres pasar las vacaciones en Rivendel antes que en Mordor.

Elegir un buen nombre para un protagonista no es una tarea sencilla y doy por hecho que le dedicaréis el tiempo que se merece. A cambio, a la hora de elegirlo para personajes secundarios o lugares llegamos a veces agotados y los pobres sufren las consecuencias. Por eso hoy voy a compartir algunos trucos para elegir nombres, en especial en mundos de fantasía.
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Los 5 errores más comunes que impiden desarrollar la creatividad

Hoja en blanco. Bloqueo de escritor. Pizza con fresas.

Es posible que hayas sentido un estremecimiento. No pasa nada, es normal. A menos que hayas probado la pizza con fresas. Entonces corre al baño y reza por tu alma, porque tu cuerpo ya está perdido. Pero volvamos al tema… Seguramente en algún momento has tenido que enfrentarte al síndrome de la hoja en blanco, esa parálisis creativa que puede incluso hacer que te cuestiones tu vida: «¿Por qué me habré hecho artista, si no me sale nada?», «¿Tenemos un número limitado de ideas y he acabado con las mías?» o «Joder, en mi cabeza sonaba genial…». Bueno, estoy seguro de que ya sabes de qué hablo. Los bloqueos creativos son los ejemplos más característicos cuando estamos poco inspirados, pero existen unos cuantos errores que pueden estar lastrando tu capacidad creadora.

Por supuesto, también existen numerosas técnicas y ejercicios que ayudan a estimular la imaginación (y más adelante iré compartiendo algunos de estos trucos), pero ahora no voy a hablar de cómo sortear una crisis puntual, sino de cómo evitar que suceda y mantener unas prácticas que nos permitan liberar nuestro potencial.

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Porque todo es más épico cuando te quitas unos lastres de 5 toneladas

Estos son los errores más comunes:

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¿Cómo ser más creativo?

Para desarrollar cualquier actividad o mejorar una capacidad no existen métodos mágicos instantáneos como introducir un programa en tu cerebro y decir que ya sabes kung fu.

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Sí, es cierto que puedes aprender mucha teoría hasta el punto de petarte la almendra, pero por lo general todo va ligado a la práctica y la repetición. En el caso de las artes marciales o el baile puedes conocer al dedillo los movimientos y, aún así, tu cuerpo necesita realizarlos miles de veces hasta desarrollar la memoria corporal por la que saldrán solos y perfectamente ejecutados.

Así que para desarrollar la creatividad hay que practicarla y ser constantes. Y, como sucede en la inmersión de cualquier actividad, lo ideal es llegar a ese punto en el que se fusiona de forma natural con tu vida y forma parte de ti. Además, buenas noticias: es mucho más fácil que integrar en tu vida las artes marciales (a menos que tengas por costumbre cabrear a todos los dojos de la ciudad o seas Jackie Chan y conviertas en un espectáculo hasta atarte los zapatos). ¿Conoces esa extraña sensación cuando te haces daño en una pierna, tienes que andar con muletas y de pronto parece que todo el mundo a tu alrededor va escayolado o lesionado? ¿O que surge el tema del embarazo y ves niños por todas partes? Bueno, pues igual no se trata de obsesionarse con el tema, pero tendrás mucho ganado si a lo largo del día te topas con fragmentos de información que activen tu imaginación y dedicas un tiempo a idear historias o jugar con ellos de forma consciente. Puntos extra para quien haya pensado en vacas u ovejas cuando he dicho «mucho ganado».

La mente creativa se caracteriza por ser especialmente abierta e inconformista. Si no desestimamos muchas de las ideas que se dan por absolutas o únicas, no innovaríamos. Aceptaríamos las cosas como son y nos quedaríamos haciendo siempre lo mismo. Por eso, el primer paso es romper con lo establecido, cuestionarlo todo, añadir un «¿Y si…?» a cada situación y evitar los prejuicios. No estoy diciendo que lo mandes todo a la mierda y escribas un manifiesto anarquista. Además, los prejuicios no son malos per se. Al igual que sucede con muchos tópicos e ideas socialmente aceptadas, nos hacen la vida más fácil a nivel superficial para no bloquearnos pensando cada posibilidad y acabar siendo incapaces de decidir. Pero quedarnos en la superficie de las cosas es, cuanto menos, descuidado y perezoso. Y un buen escritor no puede ser ninguna de estas dos cosas.

Los que me conocen saben que casi siempre llevo puestos en cada pie un calcetín de distinto color. Los que lo descubren se asombran y yo me asombro de que se asombren. ¿Que por qué lo hago? ¿Por qué no? ¿Por qué someterse a la tiranía de la simetría con la ropa interior? ¿O por qué perder el tiempo juntando calcetines que, una vez puestos, no eres capaz de distinguir si son diferentes o no? Vale, igual también es porque soy descuidado y perezoso, pero no se lo digáis a nadie. Vivo mucho más feliz desde que lo hago. Lo importante es ese «¿Por qué no?» nacido de cuestionarme todo. Y, créeme, si pretendes crear mundos que no sean calcos del que has conocido, vas a tener que preguntarte constantemente qué habría sucedido si la gente hubiera hecho o dejado de hacer lo que hacemos nosotros.

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Aprende a desarrollar tu creatividad en la escritura

La creatividad es una facultad imprescindible en la escritura, tanto para elaborar la idea principal de un relato como para dotar de vida a una novela con sus detalles, sus diálogos, sus personajes… Pero también es una herramienta muy poderosa cuando tenemos que lidiar con el legendario bloqueo o solucionar muchos de los problemas que nos paralizan, nos roban el tiempo o la energía.
La creatividad es un músculo y, como tal, puede entrenarse.
Hola, me llamo Noa y voy a ser tu entrenador personal.

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«¡Quiero diez usos alternativos para un ladrillo!»

¿Crees que tú no puedes ser creativo? ¿Que eres un tirillas de la imaginación?

Existe una desafortunada creencia que dice que la creatividad es un don que solo tiene cierto tipo de personas. Además, lo más probable es que la primera imagen que te venga a la cabeza al escucharlo sea la de un artista excéntrico con el que tus padres nunca querrían que te casaras. Lo siento si te vuelo la cabeza con esta revelación, pero todos somos creativos. Si tú también eres un ser humano como yo, entonces también eres creativo, porque es una capacidad que todos compartimos. Y te voy a contar por qué.

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